Este es un espacio en el que se debaten ideas en un lugar peculiar... mi mente. Y les informo que el título de cada entrada no es el tópico del texto, sino la idea con la que inicio.

sábado, 16 de enero de 2016

Resignación.

Los mejores aportes a nuestra vida son producto de decisiones en las que optamos por pensar racionalmente. Elegimos lo que sabemos que nos beneficiará más a nosotros y a los demás, y así construimos una regla muy importante acerca del bien y el mal.
Curioso, que siendo así, el ser humano siga necesitando de la irracionalidad para sobrevivir.
Así como en tiempos antiguos al escuchar un ruido en los árboles huíamos del depredador ficticio a pesar de que era más probable que fuera el viento, hoy en día huimos de las personas y del desasosiego que causan aunque sea más probable que esas personas tengan lo que necesitas.
Y así se demuestra en la fe. Uno necesita de una fe inmensa para creer en Dios. El dolor que causa saber y conocer es remediado huyendo de él y entregándonos al simple hecho de creer.
Con todo y esto, la fe termina siendo un mecanismo en el que queremos ignorar un posible daño apartándonos de ello en vez de enfrentarlo.
Y eso no es malo. Pienso firmemente que sí, se requiere una cantidad ridícula de fe para Dios. Pero también para amar. Y eso es lo importante. La fe sigue siendo necesaria para sobrevivir. La irracionalidad. Creer ciegamente en ello porque confías. Porque amas.

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