Los mejores aportes a nuestra vida son producto de decisiones en las que optamos por pensar racionalmente. Elegimos lo que sabemos que nos beneficiará más a nosotros y a los demás, y así construimos una regla muy importante acerca del bien y el mal.
Curioso, que siendo así, el ser humano siga necesitando de la irracionalidad para sobrevivir.
Así como en tiempos antiguos al escuchar un ruido en los árboles huíamos del depredador ficticio a pesar de que era más probable que fuera el viento, hoy en día huimos de las personas y del desasosiego que causan aunque sea más probable que esas personas tengan lo que necesitas.
Y así se demuestra en la fe. Uno necesita de una fe inmensa para creer en Dios. El dolor que causa saber y conocer es remediado huyendo de él y entregándonos al simple hecho de creer.
Con todo y esto, la fe termina siendo un mecanismo en el que queremos ignorar un posible daño apartándonos de ello en vez de enfrentarlo.
Y eso no es malo. Pienso firmemente que sí, se requiere una cantidad ridícula de fe para Dios. Pero también para amar. Y eso es lo importante. La fe sigue siendo necesaria para sobrevivir. La irracionalidad. Creer ciegamente en ello porque confías. Porque amas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario