Este es un espacio en el que se debaten ideas en un lugar peculiar... mi mente. Y les informo que el título de cada entrada no es el tópico del texto, sino la idea con la que inicio.

domingo, 16 de septiembre de 2018

Análisis de la Pobreza en México

        Este problema no es reciente. La pobreza ha sido un factor negativo existente en todas las sociedades en todas las épocas, desde la creación de la civilización. Esta diferencia de clases, aunque inevitable, se ha hecho más y más notoria hasta acabar abriendo una brecha abismal entre los mismos miembros de la sociedad. Esto dificulta mucho la transición entre una clase y otra, y forma un desequilibrio que amenaza con colapsar a la sociedad, pues una sociedad en la que la mayoría es infeliz y tiene mala calidad de vida acaba por sucumbir.

        Los hechos nos arrojan unas cuantas causas para la pobreza. La primera y más preocupante es una aceptación incuestionable a la situación. La pobreza de repente ataca al individuo y como reacción, este individuo piensa “me lo merezco” o “tenía que pasar”, o quizá “ay qué mala suerte, me tocó”. Esto revela que hay una normalización de la pobreza. Dentro de la sociedad, hay una parte considerable con una mentalidad que pone a la pobreza como un estilo de vida válido y del que no puedes escapar. No es necesario decir el por qué esto daña directamente a la sociedad misma de manera letal. La pobreza de ser un problema social se vuelve una clase social más, la cual puede esperar. Los que se encargan de combatirla pierden la urgencia, y los mismos ciudadanos dejan de luchar contra ella poco a poco.

        Otra causa más de la pobreza es la falta de estudios o educación. En México, según la INEGI, el promedio de grado de escolaridad entre los habitantes en 2015 es de 9.2. Esto quiere decir que en promedio, el ciudadano mexicano logra terminar como máximo la secundaria. Es una cifra alarmante, ya que esto muestra un peligro directo a la calidad de vida. Esto, sumado a que el 5.5 de la población en ese mismo año es analfabeta, le da unas pésimas armas a la población para encontrar un trabajo digno y bien remunerado. Y si además ponemos en juego la inflación académica que se ha llevado de manera global, México tiene todas las de perder.

        La situación pone más en jaque al mexicano si nos fijamos en la tercera causa de la pobreza: la escasez de empleo. La falta de empleos para dar abasto a la enorme cantidad de mexicanos es un tema que ya tiene tiempo, pero en los últimos años ha explotado con el tema de la sobrepoblación. Las familias mexicanas ahora tienen que contar con al menos 2 trabajadores activos para sostener sus necesidades, y eso provoca que la demanda de trabajos sea de más del doble de familias que hay. Si tomamos en cuenta que los empleos de mejor calidad se concentran en ciertas áreas geográficas como CDMX, Monterrey, Querétaro y Tamaulipas, se vuelve para los mexicanos una proeza sostenerse en pie.

        Y como última causa de la pobreza se encuentra la delincuencia, donde se engloban los robos y la corrupción. La sociedad mexicana tiene muchas necesidades, y eso crea una insatisfacción epidémica. Dicha insatisfacción se transforma en una sensación de abandono por parte del gobierno al ciudadano y una impotencia creciente a medida que la economía familiar se reduce, forzando a algunas personas a mentir, a aceptar sobornos… y a robar. En la otra cara de la moneda, los que tienen mucho dinero buscan mantener su estatus, a veces a costa de los demás. Es por ello que las soluciones que involucran disminuir sus lujos de vida salen fuera de la ecuación, retrasando el avance de la economía a nivel nacional. La combinación de ambos factores crea violencia, y desemboca en lo que hoy se ve en México: inseguridad, impunidad y una pobreza casi irrefrenable.

        Podemos enfrascar todo el análisis en una cadena de causa y efecto. Los ciudadanos con la mentalidad de que la pobreza es normal y aceptan que es el destino quien les hizo pobres, no luchan por desarrollarse como personas y mejorar sus estudios. Los ciudadanos que no mejoran sus estudios, terminan por no conseguir buenos empleos ni pudiendo migrar para mejorar su calidad de vida. Aquellos ciudadanos que no pueden conseguir un buen empleo ni se pueden mover a otro lugar, terminan cayendo en la delincuencia. Y aquellos ciudadanos que aceptan delinquir para conseguir sustento, terminan pensando que las circunstancias los obligaron a eso, y aceptan que la pobreza es normal. He aquí el ciclo interminable de la pobreza en la sociedad.



sábado, 16 de enero de 2016

Resignación.

Los mejores aportes a nuestra vida son producto de decisiones en las que optamos por pensar racionalmente. Elegimos lo que sabemos que nos beneficiará más a nosotros y a los demás, y así construimos una regla muy importante acerca del bien y el mal.
Curioso, que siendo así, el ser humano siga necesitando de la irracionalidad para sobrevivir.
Así como en tiempos antiguos al escuchar un ruido en los árboles huíamos del depredador ficticio a pesar de que era más probable que fuera el viento, hoy en día huimos de las personas y del desasosiego que causan aunque sea más probable que esas personas tengan lo que necesitas.
Y así se demuestra en la fe. Uno necesita de una fe inmensa para creer en Dios. El dolor que causa saber y conocer es remediado huyendo de él y entregándonos al simple hecho de creer.
Con todo y esto, la fe termina siendo un mecanismo en el que queremos ignorar un posible daño apartándonos de ello en vez de enfrentarlo.
Y eso no es malo. Pienso firmemente que sí, se requiere una cantidad ridícula de fe para Dios. Pero también para amar. Y eso es lo importante. La fe sigue siendo necesaria para sobrevivir. La irracionalidad. Creer ciegamente en ello porque confías. Porque amas.

jueves, 20 de agosto de 2015

Carta a una princesa.

Querida princesa:

Hola. Sé que no estoy ante ti ahora mismo. Puede que nunca lo esté, pero puedo estar seguro de que sonreirás al leer esta carta. Levantarás una ceja y gruñirás antes de volver a reír, como me encanta que hagas. No puedo verte, pero estoy seguro de que te ves fantástica. Claro, en cualquier momento puedes leer esta carta, pero en todo momento te ves hermosa. Y no lo digo por decir. Lo digo porque es verdad. Porque es de las pocas cosas de las que puedo estar seguro en verdad.

Buenos días. Buenas tardes. Buenas noches. Me gustaría que cuando estés leyéndome, sea yo el primero en darte uno de esos tres. Porque realmente me importa que alguien te diga eso. Y me importa que sea yo. Por eso te digo: Esta carta es para leerla de mañana, muy temprano, o de noche, muy muy tarde, entre las sábanas, y con ropa ligera, con un vaso de leche de un lado y con un bolígrafo en la mano. Puede que esté siendo un poco egoísta, pero eres una princesa, y lo creo conveniente.

Puedo imaginar tu mano abriendo el sobre. Puedo imaginar tus labios mordiendo el sello, porque no se abre. Tus uñas no son muy largas, ni tus pestañas. Tus dedos son delgados, y tus muñecas son delicadas. Tu nariz olfatea el perfume que impregné en esta hoja, porque soy un enamorado distraído, y pasé por alto el hecho de que eso lo hagan las mujeres en el pasado. Yo quiero que también huelas algo rico. Quiero que recibas una carta colorida, que diga mil veces lo que siento por ti. Pero no.

Princesa. Me estoy volviendo loco. Necesito decirte esto que me está pasando. Durante mucho tiempo te conozco en mis pensamientos. Y durante tantas noches te visité en mis sueños. Por muchos días estuve suspirando por ti. Por muchas más noches estuve escribiendo para ti. Escribiendo cartas, poemas y frases que diría al verte. Escribiendo sentimientos hechos tinta que luego tiraba a la basura. No. Eres una princesa. Mereces lo mejor.

Disculpa. Me estoy enamorando. Quizá estés enojada. O confundida. ¿Por qué alguien se enamoraría de una princesa? Es algo extraño. Algo anticuado. Algo fuera de moda. Algo que me carcome por dentro. Pero ¿a quién le importa? Yo te necesito a ti. Yo necesito a mi princesa. Lo demás no puede importar. No debe.

Yo no soy un príncipe. Yo no tengo nada para ofrecerte. No tengo la cabeza de un dragón, ni la espada cubierta de sangre de ogro. Ni siquiera tengo armas. Tengo flores, eso sí. Tengo un ramo enorme de ilusiones. Tengo brotes de anhelo. Tengo semillas de un "nosotros" desconocido. Y estoy a punto de regarlas. Solo necesito que estés ahí, conmigo.

Princesa. Hoy encontré un rastro de ti. Miré por la ventana, y te vi a los ojos. Te asomaste por el horizonte y me sonreíste. En ese momento, fui feliz. Mi mundo se paralizó. En ese momento, me bastó. ¿Es esto amor? No lo sé. Nunca lo he sentido. O quizá sí, pero no puedo saberlo. No se lo que es. Tengo miedo, miedo a lo desconocido. Si nunca he sentido amor, ¿cómo sabré cuando expresarlo y cuándo no? ¿Cuándo sabré si me miento a mí mismo? Tengo miedo de mentirte. ¿Sientes lo mismo que yo?

Princesa. Tu sonrisa brilla mucho. Demasiado. El calor de tus mejillas se coló por mis ojos y su ardor se hizo presente hasta en mi corazón y mi estómago. Me sentí cálido. Es una experiencia maravillosa. Casi espiritual. Debí desmayarme, pero no lo hice. Cuando te miré, con la mirada tan intensa, y tu brillo me respondió, me sentí lleno. A punto de explotar. Siento ganar de llorar. De gritar. De morir... morir de amor.

Princesa. No puedo sacarte de mi mente. ¿Acaso la controlas? ¿Acaso vives ahí? Eso sería reconfortante. Sentir que te tengo siempre conmigo, me haría muy feliz y triste a la vez. ¿Sabes por qué? Te confesaré. Te diré mi fantasía. Quizá no deba decirlo. Es muy pronto. No me has hablado y aún así, puede que te sonrojes. Porque yo lo hice. En mi imaginación, muy en el fondo, tengo este deseo apasionado que guía mis acciones todo el tiempo. Es un deseo atroz, despiadado, que roba mis energías y mi futuro. Deseo tocarte. Deseo conocerte. Deseo estar a tu lado, y que sepas que estoy ahí. En tal atrevimiento de tocar tu mano... No lo puedo evitar. Desde lo más profundo, en mi inocente mente... Te deseo.

Princesa. ¿Has sentido esas ganas de saber tanto de otra persona que, en una manera metafórica, la estarías devorando? Bueno. Pues esta noche lo siento. Cuando te vea, lo primero que diré será: "oye, ¿cuál es tu nombre? ¿Qué edad tienes? ¿Qué te gusta hacer? ¿Cuál es tu color favorito? ¿Tu animal favorito? ¿Tu fruta favorita? ¿Cuando caminas en la playa escondes tus pies en la arena? ¿Le tienes miedo a la oscuridad? ¿Me besarías? ¿Tendrías en tus manos la posibilidad de cambiar el mundo? ¿Qué opinas de la reencarnación? ¿Crees en la suerte? ¿Cómo se siente ser como tú? ¿De donde vienes?..." Y preguntaría hasta quedarme cansado y sin voz. Porque quiero. Porque sí.

Princesa. Me tengo que despedir. El sobre es pequeño, y hay un límite en lo que puedo doblar una hoja de papel. Si te soy sincero, escribiría por el resto de mi vida, si estuviera seguro de que me leerás. Pero la verdad es que no se si esta carta terminará en tus manos, o en el cesto del escritorio. Quizá en ambos, quizá en ninguno. Pero las palabras que te dedico ten por seguro que todas llegan a ti. No es superstición. He leído que cuando dos corazones están destinados a estar juntos, sus almas se conectan al punto de comunicarse sin necesidad de estar cerca, ni hablar. A veces me siento así. A veces siento que me abrazas, siento que me besas, siento tu respiración en mi cuello, y tus caricias en mi espalda. A veces caigo en la locura, y me dejo llevar en tu canto. Tu voz me mece y me estremece, y termino por llorar hasta altas horas de la madrugada. A veces no duermo. A veces.

Princesa. Una última cosa. Gracias. Gracias por haber estado conmigo. Gracias por hacerme quien soy ahora. Es algo mágico, ¿no? Que alguien que ni siquiera sabes si existe o no, pueda hacer este cambio en tu vida. Es perfecto. Es lo que necesitaba.

Princesa. Te quiero. Ahora estoy seguro de eso.

Princesa. No puedo más.

Princesa. Te necesito.

Princesa.

¿Princesa?





                                ______Tuyo por siempre, tu admirador secreto.______


jueves, 30 de julio de 2015

Una más...

Estuve tanto tiempo buscando la felicidad, cuando la tristeza siempre fue la motivación. Estuve tanto tiempo sintiéndome reconfortado, cuando la desolación y la desesperanza era el motor de mi vida. Estuve evitando perder tanto, cuando en realidad ganaba nada.

sábado, 23 de mayo de 2015

...

¿Por qué? ¿Por qué tenía que pasar eso? ¿Era el destino? ¿Era predestinación? ¿Es que siempre tendrá que pasar?
No lo entiendo. Yo realmente tenía puesto mi corazón en ella.
Lo peor es que no es la primera vez que me pasa. ¿Por qué mi corazón es tan débil, o tan fácil de engañar? No fue sólo una ilusión. Fue real. Lo sentí.
Todo iba tan bien. Realmente creí que tendría una oportunidad. No se en qué momento, pero me enamoré de ella.
Es tan linda. Tan delicada. Tan amable. Tan tierna y adorable... ¿Por qué tienen que ser así?
Yo no elegí quererla tanto. Yo no elegí enamorarme. Ella me enamoró.
Yo nunca pensé querer pasar más tiempo con ella. Yo nunca imaginé esperar a quedarnos solos para contar lo que no puedo contar en otro momento. Para decirle las tantas cosas que puedo llegar a sentir en un segundo a su lado. Yo nunca creí querer abrazarla más, reír con ella más, acariciarla más y estar siempre con ella, hasta la eternidad... No, yo no fui.
Fue su culpa. O fue la mía. O de los dos.
No sé qué pueda pasar conmigo, pero me he ilusionado con tal facilidad. He contado que no es la primera vez, y aquella sucedió lo mismo. ¡¡Es sólo amistad, Joder!! ¡¡Que ella sólo está siendo amable!! ¡¡Así es con todos!!
No se si sea su manera de mostrar compasión. O pena. O simplemente de querer a un amigo. Pero yo caí rendido. Caí como mariposa a su trampa: Ciego, con náuseas y sin poder volar para escapar.
Lo peor es que quiero creer que hay otra oportunidad... ¡¡Pero no!! ¡¡Entiende, no hay!!
Si he llegado a sentir algo, fue porque quise sentir algo. Porque estar con ella me provocaba algo. Pero nada más.
Nunca hubo amor. No existió. Amar es de dos y ella nunca me amó. Simplemente la quise con toda mi alma. Simplemente imaginaba y fantaseaba con nuestra vida juntos. Simplemente adoraba cada aspecto de ella, la admiraba y moría con su sonrisa. Simplemente miraba sus mejillas hermosas todo el tiempo. Simplemente pasaba todas las noches, desde hace dos meses enteros, sin poder pensar en otra cosa que no sea besarla... Sólo eso.
Quiero aprender a dejar de enamorarme a la ligera. Porque sólo le trae problemas a ellas, y me trae problemas a mí. Quiero dejar de pensar en que le puedo gustar a una chica, sin siquiera poder mantener una conversación con ella. Quiero dejar de creer que tengo una oportunidad, sólo porque me tomó de la mano, porque estrechó mi brazo o porque me dijo con una sonrisa que me odiaba, y nos acercábamos en secreto. Sólo por confesarnos secretos en largas noches hasta la madrugada y porque nuestras caras casi siempre estuvieran a pocos centímetros. Porque al parecer, eso no significa nada.
¿Qué es el amor? ¿Alguien me lo dice?
Estoy muy confundido. Quiero seguir sintiendo esto, pero ella me ha hecho sentir lo contrario. Y lo contrario a lo anterior. Me hace creer que puedo besarla, y que no lo rechazará. Me hace creer que lo que decimos realmente es especial. Pero también me hace creer que no se interesa en mí. Que hay conversaciones más interesantes. Y que para ella ni puedo hacer nada bien.
¿Pero qué? ¿Ese cariño qué significa? ¿Por qué pienso que juega conmigo? Me voy a volver loco...
En mi mente, aún se susurra su nombre. Pero ahora esos susurros vienen acompañados de un dolor profundo en el corazón, y una incertidumbre mortal en mi mente. Voy a morir. Voy a morir de amor, por una chica. Y todo eso, sin que nadie se de cuenta.
En silencio, batalla mi corazón. Sujeta muy fuerte la espada, y cierra los ojos, para lanzarse a la inevitable conclusión: Debo intentar más. Quizá aún no la he enamorado lo suficiente. O espera que la pretenda un poco más. Pero mientras mi corazón golpea a una inanimada pared, mis sentimientos corren asustados. Lloran. Gritan. Patalean. Algunos caen al viejo baúl de donde salen, para dormir una siesta duradera. Otros suben a lo alto de la montaña, y conversan con mi mente, quien les dice que lógicamente... No hay solución. Si yo le gustara a ella y ella me gusta a mí, ¡Pues sería notorio! Ella no me evadería, ni me ignoraría, ni me dejaría de hablar. Pero también le gustaría hablar conmigo, que sí pasa. También se acercaría a mí, y sí pasa. También me abrazaría con tanta fuerza y me dedicaría una mirada traviesa pero romántica... ¡Y sí pasa!
¿Qué sucede entonces? ¿Qué es lo que está pasando? ¿Qué más quieres de mí? No quiero volver a llorar. No quiero sufrir más. Si eso es el amor, quiero ahogarme de él, no beberlo de gota en gota. Y si eso no es amor, y es sólo una estupidez, ya no lo quiero sentir. Quisiera desecharlo lo más pronto posible. Tirarlo a la basura. Quemarlo. Escupirle. Y luego sepultarle en el lugar más profundo del universo. 
Pero no puedo.
La amo.
Perdón.

viernes, 27 de marzo de 2015

Dificultades del enamoramiento. (Celos y cosas de humanos)

1) Ensoñaciones alejadas de la realidad. el enamorado vive una fantasía con escaso o nulo realismo: sueña la conquista de un artista de cine, elabora fantasías con la reina de belleza de su escuela; las hadas y los viajes entre nubes son poca cosa en comparación con sus sueños color de rosa.
2) Pérdida de tiempo debido a la fantasía obsesiva. En más de una ocasión quiere dejar su sesión de fantasías y comprueba que no lo logra; descuida sus ocupaciones rutinarias y sus obligaciones laborales; está con sus amistades y todos notan que en realidad no está con ellos; sólo quiere hablar de su asunto.
3) Toma de decisiones carentes de realismo. El enamorado es capaz de abandonar su hogar, su familia y su trabajo con tal de permanecer al lado de su amada. Las demás obligaciones suelen pasar a un segundo plano casi inexistente. El enamoramiento es la emoción más absorbente y determinante que puede concebir una persona. El enamorado está convencido de que persigue su propia realización, que quiere el beneficio de la pareja y que todos los obstáculos deben ser vencidos.
4) Actitud posesiva llena de celos y manipulaciones. El enamorado no tolera que otras personas quieran compartir el cariño del ser amado. El enamoramiento suele mezclarse con los dos primeros niveles de amor que hemos descrito: la simbiosis y el querer interesado. En esa misma medida el enamorado se las ingenia para obtener exclusividad.
5) Desilusión y frustración cuando llega el momento de la toma de conciencia acerca de la cruda realidad. Tarde o temprano el enamorado se percata de la ilusión que vivía y del alejamiento sufrido respecto a las cualidades reales del ser amado. Esto puede suceder cuando ya ha contraído un compromiso matrimonial o incluso cuando ya se ha casado. Muchos divorcios acontecen a raíz de esta toma de conciencia. Si para entonces no se ha gestado el amor de amistad y sobre todo el amor de voluntad, el fin del matrimonio es la consecuencia más probable.
(Extraído de Gato científico)

viernes, 30 de enero de 2015

Lo que faltó decir.


Hace frío. Mi sudadera apenas me protege del viento gélido, que atraviesa la tela y estremece mi cuerpo. No puedo verla, pero sé que mi piel está erizada. Estoy cubierto, pero hace frío. Estoy arropado, pero tengo frío.
La calle está muy sola. En las aceras apenas hay negocios abiertos. Me sorprende que a la distancia no pueda distinguir ni un auto andando. Es una noche tranquila. En pleno siglo XXI, soy afortunado de estar ante el raro momento en que hay un silencio absoluto antes de la medianoche. Respiré profundo, gozando cada instante, y tosí fuertemente. Qué distraído. Hace un momento sentía tanto frío. Se me habrá olvidado.
Al doblar la esquina algo me detiene. Es un gato jugando entre la basura. Revuelve algunas bolsas rotas y las araña. Al acercarme se sobresalta, y gruñe. Mi reacción es retroceder, pero detengo mi mirada en sus ojos, dilatados por la poca iluminación que ofrece la luna. Definitivamente me está amenazando, tiene la espalda curvada y la cola tensa, pero los ojos muestran una tristeza profunda. Debe ser el abandono. No puedo imaginar la vida que haya tenido.
Continúo mi camino. Tengo que llegar a aquél parque. El parque en el que sucedió todo, y nada a la vez. Ese parque que no he pisado en tres años. No recuerdo quien fue el que propuso reunirnos, pero mientras me voy aproximando, me alegra que sea así.
Primera… segunda… tercera manzana. Está ahí, justo como lo recuerdo. Está el subibaja, están los columpios. El mismo campo de concreto para jugar básquetbol y fútbol. Y el mismo pasamano oxidado, que el deterioro ha carcomido. Lo único diferente, es ella. Ella sí que ha cambiado. Su cabello corto que siempre llevaba recogido, ahora está suelto. Y está muy largo. Sus ojos vivaces siempre bien abiertos ahora están brillantes, pero más chicos que antes. Sus mejillas… ¡Por Dios! ¡Sus mejillas! Se ven tan tiernas y tan suaves como pétalos de flor…
Disculpa por tardar. Me vestí lo más rápido que pude.
¿Bromeas? Llegas justo a tiempo. Yo fui la que llegó temprano.
—En ese caso disculpa por no llegar más temprano.
—No hay problema. Ya estás aquí. Hace tiempo de no verte.
Efectivamente. Hace mucho tiempo de no vernos. Desde ese día en que nuestros caminos cambiaron de dirección. Y sin embargo, nos volvemos a encontrar. De frente y sin bajar la mirada, nos gritamos que nos extrañamos, sin siquiera separar los labios.
Esa bufanda se te ve bien—. En realidad era de un gris muy triste, pero decir cualquier otra prenda no sonaría bien.
—Gracias. Pero la verdad no me gusta—. Perfecto. Acabo de arruinar el ambiente.
—Este… no, me refería… se ve muy bien, combina… yo…
No te preocupes, me alegra que te gustara. Estaba muy nerviosa y no sabía qué ponerme.
Pues… te ves estupenda. Es decir… si, cambiaste mucho. No, me refiero a que… siempre has sido hermosa… digo, bonita. Pero ahora más.
Gracias.
Comenzamos a caminar y ella se detiene en los columpios. Siguiendo la corriente me siento en uno y comienzo a balancearme. La invito a sentarse al columpio de mi lado derecho, pero se queda quieta. Observando a la nada. Puede que haya cambiado mucho físicamente, pero parece ser la misma. Siempre hacía lo mismo.
Hey, Naomi… ¿Estás ahí?
—Ah, sí. No pasa nada.
Se sienta a mi lado, y conversamos sobre lo que ha pasado. Nuestra vida en escuelas diferentes. Nuestros nuevos gustos. Las cosas que hemos aprendido y lo que nos ha interesado a lo largo de los años. Todo es tan simple, que hasta se siente perfecto.
Doy la vuelta a su columpio y la impulso con mis manos. Ella parece disfrutarlo, así que aumento la fuerza poco a poco. Se ríe. La primera vez que la oigo reírse desde hace tres años. No recordaba cuánto echaba de menos aquella risa. La detengo, y me sitúo frente a ella. No puedo dejar pasar la oportunidad.
—Naomi… acerca de lo que pasó aquí…—me dirige una mirada juguetona y una risa se escapa de entre sus dientes.
—Sí, lo recuerdo muy bien. Recuerdo todo perfectamente—. Y me mira.
¡Me mira! Creo que sabe cuál es mi debilidad. Sus ojos penetran los míos a profundidad. Escudriña mi interior sin siquiera moverse, y sólo me quedo quieto, como una estatua de hielo que es azotada por el viento aún frío. Y comienza a llover. La lluvia llega ligera y en grandes cantidades, como si las nubes quisieran derretirse sobre mi cabeza. Me pongo la capucha de la sudadera y desvío la mirada.
—Pues… quería hablar de eso.
Estuve a punto de sonrojarme por lo que iba a decir, pero una imagen asaltó mi mente. Nos miramos a los ojos. Y algo, en su mirada, me recordó a la mirada del gato de la basura, que aunque aparente ser seguro, sentía mucha soledad.
—Adelante, Santi.
—Lo que pasó… bueno, lo que no llegó a pasar… yo hubiese querido que pasara.
Se ríe con una mano en su boca. Es algo lindo, pero me pone de cierta manera avergonzado.
—Ay Santi. La verdad es que me encantó ese día. Y también quería que pasara algo. Pero, de cierta forma, me alegro que no pasara nada. No hubiera podido soportar tres años después de algo parecido.
Eso me hace sentir bien. Me hace sentir que estoy en lo correcto con ella. Pero, de cierta manera, me acaba de insinuar que si no sucedió nada antes, es porque puede suceder ahora, ¿no?
Sin perder tiempo la tomo de la mano y la levanto del columpio. La lluvia cobra fuerza y golpea el suelo de tierra y la cancha de concreto. Pero, por extraño que parezca, no sentía frío. En ese instante, sentía algo cálido. Algo que me distraía del agua que empapaba mi ropa. Ella no protestó. Se dejó envolver por mis brazos. Se acercó a mí. Cerramos los ojos al mismo tiempo. Lo cálido creció. Experimenté la sensación más bella de mi vida. Después de tres años, la sentí cerca. Y lo que sentí fue mejor de lo que imaginé. No podía ser más feliz en ese momento…
Las gotas azotan la ventana. En la penumbra de mi cuarto, me cubro en las sábanas y me dispongo a dormir. Ese sueño de nuevo, no me permite dejarla ir. Desde la despedida, desde su adiós definitivo, donde no tuve el valor de decir nada, tengo este arrepentimiento en el alma.
Si tan sólo pudiera tocarla, verla, sentirla una vez más… Si pudiera volverla a ver, y decirle casi gritando, todo lo que no le dije…

Una lágrima sale con fuerza de mi ojo derecho. Y afuera, como respondiendo al vacío de mis pensamientos, las gotas dejaron de caer.